La boca es un hábitat natural para las bacterias, al tratarse de una cavidad húmeda y oscura, que además tiene la temperatura óptima para que se desarrollen los micro-organismos, es por eso que si no se realizan las higienes periódicas dichas bacterias se vuelven enemigas del resto del cuerpo.
Los focos de infección que se producen en la boca por acumulo de sarro, caries, flemones… se convierten en infecciones activas que pueden llegar a afectar al resto del cuerpo mediante el sistema circulatorio, o aparatos respiratorios o digestivos.
Cuando las enfermedades de la encía (periodontitis) no se trata adecuadamente esta sangra, en ese momento la bacteria entra en contacto con el torrente sanguíneo y es cuando empiezan los problemas, pueden pasar meses o años hasta que nos demos cuenta de su agresividad. Ya que está infección puede causar: leucocitosis, accidentes coronarios, ataques cardíacos, accidentes cerebro-vasculares, distintas formas de artritis o endocarditis bacteriana subaguda, incluso complicar o favorecer la diabetes.
Los abscesos, o flemones, que no drenan son igualmente peligrosos ya que la pus acumulada al no tener vía de escape puede llegar a producir: sinusitis, meningitis, miocarditis o septicemia. Y las llagas o aftas no tratadas ni curadas pueden terminar produciendo una lesión pre-cancerosa.